Blockchain puede liberarnos de las pesadillas de la vigilancia online
En la actualidad, Internet se ha convertido en nuestro segundo hogar. Es donde nos comunicamos, trabajamos, compramos y socializamos. Pero, bajo la superficie, se esconde una verdad inquietante: nos están vigilando. La vigilancia en línea se ha convertido en una fuerza sin precedentes que vulnera nuestra privacidad e invade todos los aspectos de nuestra vida. Creo que la tecnología blockchain es la clave para recuperar nuestra libertad digital.
La vigilancia en línea no es nada nuevo. A principios de la década de 2000, con la llegada de las redes sociales y el crecimiento exponencial del uso de Internet, los gobiernos y las corporaciones vieron en Internet una mina de oro de datos. Desde las plataformas de redes sociales hasta los motores de búsqueda, prácticamente todos los servicios en línea comenzaron a recopilar toda la información que pudieron conseguir. A nadie se le preguntó si quería compartir su vida privada con Google, y nadie les dijo que Amazon sabría todo sobre ellos.
Para muchas personas, el año 2013 fue probablemente la primera vez que se les ocurrió pensar en el concepto de vigilancia en línea, cuando Edward Snowden expuso los programas de vigilancia del gobierno que permitían al gobierno de Estados Unidos espiar a sus propios ciudadanos. Fue un acontecimiento trascendental para la concienciación pública, pero la triste realidad es que no hizo mucho por frenar la degradación de la libertad en Internet. Hoy, el panorama de la vigilancia es más complejo y generalizado que nunca, con avances en inteligencia artificial y análisis de big data que permiten niveles de vigilancia sin precedentes.
Datos y recopilación de datos
Una gran parte del modelo de negocio de prácticamente todas las empresas de Internet se basa en la recopilación de datos y la publicidad dirigida. Al reunir información detallada sobre los comportamientos, las preferencias y las interacciones de los usuarios, estas empresas pueden crear experiencias publicitarias altamente personalizadas, lo que aumenta sus beneficios a costa de la privacidad de los usuarios. No piden nada de eso, al menos no a menos que se vean obligadas a hacerlo; simplemente toman lo que quieren y lo utilizan de la forma que les permita ganar más dinero.
Los gobiernos, por otra parte, justifican la vigilancia bajo el pretexto de la seguridad nacional y la prevención del delito. Obviamente, la protección de los ciudadanos es una preocupación legítima, existe un delicado equilibrio entre seguridad y privacidad, y este equilibrio se ha inclinado peligrosamente hacia la primera. Leyes como la Ley Patriota de los Estados Unidos y, más recientemente, la Ley de Seguridad en Internet del Reino Unido han otorgado a los gobiernos amplios poderes para monitorear las actividades en línea sin tener en cuenta la supervisión o la transparencia.
Lamentablemente, la cosa no acaba ahí: la infraestructura tecnológica de Internet tiene limitaciones de diseño inherentes que facilitan la vigilancia. Los servidores centralizados, que almacenan grandes cantidades de datos de los usuarios, son los principales objetivos de cualquiera que busque acceder a información personal y explotarla. Basta pensar en la gran cantidad de violaciones de datos de las que se habla en las noticias. Según el Centro de recursos contra el robo de identidad, solo el año pasado se produjeron 3205 violaciones de datos, que afectaron potencialmente a más de 350 millones de usuarios.
La descentralización es la clave
En este contexto, la tecnología blockchain surge como un faro de esperanza. A primera vista, esto puede parecer contradictorio. Un libro de contabilidad público inmutable se opone de algún modo a la idea de privacidad, ¿no? Pero donde la tecnología blockchain brilla es en su capacidad de crear mecanismos de incentivos sin necesidad de permisos. Estos mecanismos permiten que redes descentralizadas de nodos realicen servicios como enrutamiento, almacenamiento y computación.
Este potencial para proteger la privacidad es particularmente evidente en el ámbito de las aplicaciones de mensajería. Las plataformas de mensajería tradicionales suelen depender de servidores centralizados para almacenar y transmitir mensajes, lo que las hace vulnerables a la piratería, las violaciones de datos y la vigilancia gubernamental.
Por otro lado, tenemos aplicaciones web3 como Session que aprovechan la tecnología blockchain para combatir la vigilancia mediante la descentralización. Las redes de nodos operadas por la comunidad se encargan de todo el enrutamiento y almacenamiento de mensajes, y por ello reciben una recompensa con criptomonedas nativas de la red.
La palabra confianza es un término un tanto grosero en el ámbito de la privacidad. Las redes centralizadas funcionan según un modelo de confianza en el que una única entidad tiene el control y la autoridad sobre la red. Esto exige que los usuarios de la red depositen su confianza en que esta entidad actuará de manera responsable. Y seamos sinceros: las empresas que ofrecen servicios de los que todos dependemos no han hecho nada para ganarse esa confianza.
Las redes descentralizadas eliminan por completo la necesidad de confianza al garantizar que ninguna entidad tenga el poder absoluto. La seguridad y la privacidad se mejoran al garantizar que, incluso si algunos nodos se ven comprometidos, la red en general permanece segura y operativa. Este modelo elimina los puntos únicos de falla, lo que fomenta un entorno sin confianza donde el diseño y los incentivos del sistema mantienen la seguridad y la confiabilidad sin requerir que los usuarios confíen en una sola entidad.
Mirando hacia adelante con esperanza
Esta promesa de futuro se extiende más allá de las aplicaciones de mensajería. Es un elemento fundamental de la Web3, una nueva concepción de Internet que prevé un ecosistema digital descentralizado y centrado en el usuario. La Web3 tiene como objetivo desmantelar las estructuras de poder centralizadas que han permitido la vigilancia generalizada y devolver el poder a las manos de la gente.
En este nuevo paradigma, más cercano a la visión original de Internet, los individuos pueden poseer y gestionar sus datos, decidiendo quién puede acceder a ellos y con qué propósito. Las aplicaciones descentralizadas reemplazarán a los servicios tradicionales, ofreciendo mayor transparencia y seguridad. Los contratos inteligentes automatizarán las transacciones y harán cumplir los acuerdos sin necesidad de intermediarios, reduciendo el riesgo de violaciones de datos y accesos no autorizados.
Estoy seguro de que Internet puede convertirse en el bastión de la libertad y la privacidad que siempre estuvo destinado a ser, donde los usuarios pueden interactuar sin miedo a ser observados o explotados. La cadena de bloques no es una panacea, pero es una herramienta crucial en la lucha contra la vigilancia en línea. Al adoptar la descentralización, podemos crear un mundo digital que respete nuestros derechos fundamentales y empodere a las personas.
La lucha contra la vigilancia en línea es uno de los desafíos que definen nuestro tiempo. A medida que navegamos por las complejidades de la era digital, es imperativo que prioricemos la privacidad y tomemos medidas decisivas para proteger nuestras libertades en línea. La descentralización ofrece un camino a seguir, que nos permite construir una Internet más segura, privada y equitativa.
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